Lucía corre por el bosque. Huye de una mujer
siniestra que la acecha. De repente, el cielo derrama un tinte umbrío,
cubriendo con un manto negro el camino. Lucía siente alivio, cree que la ha
perdido, hasta que la linterna cósmica resurge entre las nubes y un destello de
luz acuchilla su juicio. Ella está otra vez cerca. La silueta, vestida de
tiniebla, repta por la tierra seca y se adueña de sus huellas.